Han pasado dos años desde que Bioware lanzó Dragon Age: Origins, y para muchos, fue un juego que se quedó tan sólo en un intento de devolver a los aficionados al rol más clásico, la calidad que desprendió Baldur´s gate en su momento. Quizás, esta comparación consiguió convertirse más en una losa que en un aliciente para este título de fantasía medieval. Eso y una serie de errores de bulto en muchos apartados del juego, en especial los de consola.
Con ese mal sabor parecen haber retomado los chicos de Bioware el interés por la saga, y han tratado de mejorar aquellos fallos del primer juego. Así salta a la palestra Dragon Age II, continuista con la entrega original, con el mismo motor gráfico, aunque con mejoras evidentes, e idéntico sistema de juego. Sin embargo esta vez han tratado de pulir los defectos que lastraron a su predecesor. Para ello han mejorado la jugabilidad, para hacerla más directa y ágil, y los sistemas de accesibilidad.
Se aprecia una cierta pérdida de valores “roleros”, como un menor número de opciones de inventario; sin embargo aún mantienen el sistema de habilidades, (tres clases: mago, guerrero o pícaro, divididos en cinco categorías respectivamente), o la evolución de nuestro personaje.
Por lo que respecta a la historia, además de las 50 horas que le podrás dedicar, se puede decir que la ambientación y el guión siguen el buen trabajo del primer juego; eso sí, han cambiado el sistema conversacional, pero no os preocupéis, lo habéis visto en otros títulos de esta compañía y funciona. Además, gestionaremos nuestro grupo tomando todas y cada una de las decisiones, así como relacionarnos con prácticamente todo nuestro entorno.
Para concluir, se le puede achacar demasiada acción directa, poco emparentada con los juegos de rol más clásicos; una repetición casi constante de escenarios, o una falta de actividades secundarias. Buen título de rol, pero no busquéis en él al afamado Baldur´s Gate.
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